Los radares en cascada pretenden pillar infraganti a los que tras decelerar en las proximidades de un radar vuelven a coger velocidad pocos minutos después. Así al radar inicial se suma uno o dos radares móviles más, que escondidos a dos kilómetros vuelven a medir la velocidad de los vehículos.
Y parece que son efectivos, pues a muchos los pillan acelerando para recuperar la velocidad inicial que llevaban antes del control. Aproximadamente el 10% de los conductores frena al ver la señal de radar, pero acelera de nuevo al rebasarlo.
De momento es una experiencia piloto que se lleva a cabo en las carreteras de Navarra, con el que la DGT obtendrá datos de cara a una implantación más extensa por el resto de carreteras de la geografía española. En principio podrían instalarse en todos aquellos tramos en los que se registran accidentes graves a pesar de contar con algún radar en las proximidades.
Fuente: DGT