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21 de Mayo de 2019
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Vehículo autónomo y la cuarta revolución industrial

Nos encontramos al borde de la cuarta revolución industrial y como en las ocasiones anteriores el miedo nos atenaza y nos hace temer por nuestro futuro. Las revoluciones industriales suelen traer despidos masivos y grandes movimientos de población, pero como sabemos el resultado final suele ser más feliz de lo que imaginamos.

La cuarta revolución industrial vendrá marcada por el triunfo de los automatismos y el internet de las cosas. Todo se vuelve inteligente… desde el teléfono móvil hasta la aspiradora… desde la Thermomix hasta el automóvil… y todos los aparatos se intercambian información.

En dicho entorno hay ciertos empleos que parecen más vulnerables que otros. Hablamos de los conductores de máquinas y más concretamente de los taxistas, camiones, autobuses, ambulancias, coches fúnebres o de reparto. Según algunos informes la automatización eliminará 75 millones de empleos en 25 años.

Si la digitalización acabó con las tiendas de discos de los años ochenta, e Internet de alta velocidad terminó con los videoclubs de los noventa, en la próxima década veremos cómo los conductores profesionales quedan relegados a casos contados.

Nuestro vehículo inteligente conducirá por nosotros. Hay quien dijo que los camioneros nunca perderán su empleo porque la conducción de un vehículo tan complejo y problemático como un camión exige la destreza y toma de decisiones de un humano.

Craso error… hoy contamos con los primeros camiones autónomos. La destreza humana no ha sido algo tan difícil de copiar por la reciente capacidad de las computadoras de aprender (aprendizaje profundo). En 1997 el supercomputador de IBM “Deep Blue” fue capaz de vencer al hasta entonces insuperable mente humana en una partida de ajedrez. Deep Blue derrotó a Garry Kaspárov sin despeinarse.

Desde entonces hemos comprendido dos cosas: los humanos no hemos dejado de jugar al ajedrez, y la inteligencia artificial (IA) es capaz de superarnos en algunas tareas.

La IA ha seguido evolucionando, y si antes ganaba a los humanos por la cuenta de la vieja (calculando todas las partidas posibles y eligiendo la mejor opción), ahora lo hace mediante el ingenio que otorga el aprendizaje profundo. En 2017 el programa de Google AlphaZero derrotó a otro programa hasta entonces imbatible Stockfish 8 jugando al ajedrez.

Lo más extraordinario de su hazaña es que lo hizo tras aprender a jugar al ajedrez en cuatro horas. Al programa de aprendizaje AlphaZero solo se le informó de las reglas del ajedrez y se le dio cuatro horas para que aprendiera jugando contra sí mismo. El resultado es una máquina que diseña jugadas increíbles que muchos especialistas califican de “geniales” y “nunca antes vistas”.

Los camiones se conducirán solos en breve, por la sencilla razón de que son más eficientes que los seres humanos. Un cambión autónomo es capaz de conducir durante 24 horas seguidas 7 días a la semana sin para a descansar o pedir vacaciones. El camión puede programarse para que utilice las carreteras por la noche (desde las cero horas hasta las 7:00 de la madrugada), justo cuando hay menos tráfico en las carreteras. De este modo se alivian los problemas del tráfico a la par que se tienen las mercancías en destino justo a la apertura de los comercios.

Los camiones autónomos no necesitan que se les page seguridad social, no se dan de baja ni se ponen enfermos, y lo que es mejor, en caso de accidente no se pierde los 1,5 millones de euros que cuesta cada vida humana a la economía del país.

Para el caso de los taxis autónomos la ventaja sigue siendo abrumadora. Un sistema de alquiler de vehículos por minutos (carsahring) que sea autónomo dejaría en el paro a todos los taxistas, permitiendo que muchos ciudadanos prescindieran del vehículo particular en las ciudades. Los vehículos particulares solo se utilizan un par de horas al día y el resto del tiempo descansan ociosos en alguna plaza de parking.

Un carsharing autónomo permitiría que los ciudadanos los solicitasen justo cuando lo necesitan y dejarían el vehículo libre para otro usuario. Esto reduciría ostensiblemente los vehículos en circulación en las ciudades y los atascos. Además los vehículos autónomos pueden recoger a los clientes a cualquier hora del día, incluido el horario nocturno menos atractivo para los taxistas.

Una automatización de los vehículos traería enormes ventajas económicas del lado de la seguridad vial, cientos de agentes de tráfico que controlan a los conductores dejarían de ser necesarios y el número de muertes en las carreteras caerían drásticamente.

En el mundo se producen cada año 1,25 millones de accidentes, de los que el 90% son debidos a errores humanos, de los que el 21% son debidas a distracciones. Con solo eliminar el factor humano se recuperaría el 1% del PIB mundial cada año, por no decir que muchos de esos muertos en accidente de tráfico podrían haber sido los próximos Albert Einstein, Mozart, Charles Chaplin o Carl Lewis de nuestra era.

Pero volviendo a la visión empresarial, los últimos estudios demuestran que la introducción de los robots en las empresas solo ha traído beneficios. Es cierto que en el primer año se suele perder una media del 10% de los empleados, pero el incremento de eficiencia de la empresa hace subir el rendimiento en un 25% de media. Esto supone que la empresa mejora sustancialmente sus cuentas y que al cabo de un periodo de tres años tiene más empleados que antes de comenzar con el proceso de automatización. De hecho el estudio concluye que a medio-largo plazo, las empresas que triunfan y que más empleados contratan son las que recurren de manera masiva a procesos más eficientes y automatizados.

En el mundo tenemos grandes ejemplos como Google (de 47.756 a 85.050 empleados en los últimos años), o Amazon (613.300 empleados). La automatización termina con algunos empleos pero genera otros nuevos y el incremento de eficiencia siempre lleva a las empresas a crecer y contratar más personal.

Un ejemplo lo tenemos con la aviación de guerra de los EE UU. Los drones han terminado con el oficio de piloto, pero cada dron necesita 30 personas para ser operado desde tierra y aporta tal caudal de información al Ejército que son necesarias otras 70 personas para gestionar todos los datos que recopila durante sus largas estancias sobre terreno enemigo.

No hay pues que temer a la cuarta revolución industrial o a la llegada de la IA al puesto de conducción de nuestros vehículos, hay que actuar con previsión y buscar nuevos horizontes para reciclarnos laboralmente.

Pablo Reyes

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