La velocidad de las vías secundarias no es la única causa a la que cabe achacar el incremento de muertes en la carretera que muestran las estadísticas de 2017 y del verano de 2018. Según la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL), el número de personas mayores que conducen no para de incrementarse, si en 2011 eran el 16,8% de los conductores, ahora representan el 23,5%.

En la mayor parte de delitos que se cazan al volante el 60% corresponde a personas que conducían bajo los efectos del alcohol o las drogas. En España hay 1.200 personas en prisión por este tipo de delitos.

Pero la vigilancia de la carretera y los controles de alcohol y drogas no son posibles si el número de agentes de tráfico de la Guardia Civil no para de reducirse.

Las distracciones, el uso del móvil, el cansancio y la fatiga aparecen en el 20 - 30% de todos los siniestros. Las largas jornadas laborales, y los accidentes in itinere, tienen parte de la culpa.

Finalmente, las condiciones de la vía son esenciales. El mal estado del asfalto, de los guardarraíles o de la señalización, no son un problema menor. En ocasiones el problema no es tanto su estado de conservación sino la falta de una auditoría que muestre la efectividad de un determinado conjunto de señales, que por exceso de información o por falta de claridad pueden confundir más que ayudar a los conductores.

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