El domingo 18 de noviembre se celebró el día dedicado al recuerdo y la concienciación sobre el problema de la seguridad vial.  A pesar de que los datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), destaca que el número de fallecidos se ha estabilizado desde 2007, algo especialmente destacable si tenemos en cuenta que el parque mundial de vehículos no ha parado de crecer año tras año.

Entre 2010 y 2013 se ha incrementado un 16% el número de vehículos a motor y un 4% la población mundial, y en ese mismo periodo de tiempo se han reducido las muertes en 79 países y aumentado en 68.

Los accidentes de tráfico suponen una lacra, y son la principal causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. El 90% de las víctimas pierden la vida en países de renta media o baja, y el 49% son usuarios vulnerables de las vías: motoristas (23%), ciclistas (4%) y peatones (22%).

Las pérdidas humanas, económicas y de salud lastran a las economías y la sociedad de muchos países que tratan de salir de la pobreza. Por primera vez, los países en vías de desarrollo se dan cuenta del alcance del problema y sus profundas repercusiones. Darse cuenta es el primer paso para prevenir los accidentes de tráfico.

Los cinco principales factores de riesgo que determinan la siniestralidad y la gravedad de los accidentes son: la velocidad inadecuada, el no uso de elementos esenciales de seguridad como el cinturón, el casco o las sillas protectoras para niños, el conducir bajo los efectos de las drogas, el envejecimiento del parque de vehículos, o una infraestructura vial deficiente.

Abordar dichos factores desde todos los ángulos posibles ha contribuido notablemente a reducir la siniestralidad y sus consecuencias en los países que adoptan medidas de seguridad vial. En 17 países se ha introducido nueva legislación para abordar los factores de riesgo.

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