María Seguí presentó su renuncia el pasado viernes 22 de julio ante la apertura de una investigación Interna por parte del Ministerio del Interior por las sospechas de financiación irregular en los proyectos de investigación subvencionados por la DGT. El importe de estos contratos, que Tráfico concedió cuando Seguí ya se encontraba al frente, asciende a casi 50.000 euros.

Juan Manuel Reyes, presidente de la AMM ha explicado a Europa Press que ya se habían denunciado anteriormente malas prácticas en relación al puesto del marido de María Seguí en la Universidad de Zaragoza.

Seguí ha dimitido tras una gestión “muy desastrosa y deficitaria” a juico de Reyes, con una “paralización de todo lo relacionado con la seguridad de los motoristas”. Además, tampoco se aprecia su acción en el objetivo de mejorar la seguridad vial a nivel general.  A su juicio, el reciente incremento en siniestralidad se debe a un aumento en el número de vehículos en circulación por la recuperación económica. Lo que relaciona directamente la bajada de siniestralidad con el menor uso del vehículo privado.

La dimisión de María Seguí, que sucede a la de la subdirectora de Formación de la DGT, Marta Carrera por el fraude en la concesión de los cursos del carné por puntos, también ha sido comentada por Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA).

En opinión de Arnaldo se requiere la investigación con la “máxima trasparencia”, con el fin de llegar al fondo de la cuestión y alejar la sospecha sobre la imagen de la institución que ha resultado muy dañada con los últimos escándalos.

María Seguí, entretanto, afirma que su esposo es inocente y denuncia que su cese se debe a la “venganza” personal de un excolaborador. Una historia que habría comenzado en 2011 con la entrada en escena de tres investigadores universitarios.

Finalmente, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha aceptado la renuncia de María Seguí como directora general de Tráfico, a la par que ha agradecido a María Seguí el trabajo que ha desarrollado en los últimos cuatro años y medio, etapa en la que se ha alcanzado el mínimo histórico en el número de víctimas mortales por accidente de tráfico desde 1960.