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Badenes ¿Seguridad o incordio?
  24 de Octubre de 2012
  Badenes ¿Seguridad o incordio?

Uno de los objetivos y retos de los diferentes estados de la Unión Europea es aumentar la seguridad en las carreteras y en los núcleos urbanos, dónde continuamente se producen accidentes y algunos de ellos con fatales consecuencias.

Existen diferentes métodos para conseguir reducir la velocidad en una determianada vía, y uno de los más controvertidos es la instalación de badenes en la calzada. Estos elementos consisten en crear de forma deliberada una pronunciada irregularidad en la calzada, obligando así a los conductores a frenar o a pasar lentamente para no dañar el vehículo.

Para incrementar la seguridad vial, en los pueblos y ciudades se instauraron y de hecho todavía perduran, los pasos de peatones elevados. Pero el tiempo llevó a poner de moda la instalación de los badenes. En principo parecía ser una buena idea, a tenor de los resultados en reducción de velocidad. Pero poco a poco se han ido incrementando en número y radicalizando en tamaño y altura. Ya no sólo los encontramos en cualquier sitio, y en cualquier número, sino que también adquieren unas características que pueden llegar a ser peligrosas para nuestro vehículo y para nosotros mismos, como conductores. Estos badenes pueden llegar a descolocar al piloto de una motocicleta y/o a su acompañante, si se afrontan a las velocidades legales de la vía. Lo cual conlleva una pérdida de equilibrio que según la circustancia puede disminuir la seguridad vial, lo que va en contra del objetivo inicial y por tanto de su razón de ser.

Un peligro constante 

Hemos comentado la existencia de pasos de peatones elevados. Este tipo de badén no supone ninguna amenaza en la mayoría de casos, ya que suele estar construido a base de cemento y a la hora de pasar con el vehículo a poca velocidad, lo atravesamos de forma suave. Pero hay un serie de badenes que van más allá y ni siquiera circulando muy por debajo del límite legal de la vía, nos libramos de una buena sacudida.

Los badenes de goma son los más habituales a día de hoy en España y también encontramos diferentes tipos. Entre ellos, hay los que forman una tira y ocupan toda la anchura del carril o carretera. En estos casos, debemos circular muy despacio porque si no podríamos llegar a perder el control de nuestro vehículo. El problema de estos badenes es que solo los ve el vehículo que los va a afrontar, por lo que suelen formar acumulación de vehículos y los que vienen por detrás se ven obligados a frenar de forma brusca, eliminando la distancia de seguridad obligatoria, y más, cuando no hay ningún tipo de señalización al respecto.

Todos sabemos lo que es pasar por encima de un badén de goma, en que la suspensión, ruedas y dirección de nuestro vehículo se ponen al límite para superar dicho obstáculo. En una carretera o calle larga, se entienda que se tenga que poner un badén de goma para evitar que los conductores aceleren demasiado, pero ¿y en los casos en los que encontramos badenes de goma seguidos uno tras otro? Está claro que en un margen de separación tan corto, ningún vehículo es capaz de acelerar tan rápido, así que, debemos plantearnos si realmente estos elementos están bien empleados.

Además encontramos otros badenes más peligrosos. Hay uno en concreto que no tiene lógica alguna, se trata de ese badén que se coloca en el medio del asfalto y tiene forma cuadrada. Tiene unas medidas concretas de forma que los vehículos que pasen, tienen que hacerlo con una rueda en el badén y otra en el asfalto. El vehículo no sólo sufre igual que en los demás badenes, sino que además lo tiene que hacer con cierta inclinación, incordiando mucho más al conductor. Especialmente si es un camión trailer con carga. Una ventaja de estos badenes es que las motocicletas pueden evitarlo pasando por los laterales. Por lo que la supuesta reducción de velocidad queda limitada a solo algunos tipos de vehículos y no a otros.

Así pues, los badenes se ha convertido con un enemigo para los conductores y sus vehículo, y más que un sistema de seguridad vial, se trata de una tortura para nuestras mecánicas, en opinión de algunos de los conductores que los sufren continuamente.