En una entrevista concedida a RNE, Vargas recordó que el 25% de los accidentes  de tráfico son provocados por esta razón, por lo que considera “muy razonable” imponer una limitación en los vehículos, porque tendría “repercusión” en la seguridad vial. Además, añadió, en un principio lo importante es determinarla, más que cuantificarla, “ya determinarla sería un paso muy importante y después se podría bajar”, ha remarcado.

INCOHERENCIA

Según el coordinar de seguridad vial, para el ciudadano europeo existe una cierta incoherencia entre el mensaje que recibe de las limitaciones en las carreteras (120 km/h en España), y los límites de los vehículos salidos de fábrica, que en algunos casos superan los 280 km/h.

Al ser preguntado por la posibilidad de aumentar la velocidad a 130 km/h en algunos tramos de carretera, Vargas ha asegurado que “sea cual sea el resultado final” del debate lo respetará, pero recordando que hay que tener en cuenta que la velocidad está detrás del 25% de los accidentes de tráfico que se producen en la UE. “Los conductores deben tener un mensaje unívoco y muy claro de que el vehículo no es para correr”, ha aseverado.

SANCIONES

Vartolomé ha exaltado los beneficios que atribuye a las sanciones de tráfico.  “Las multas son una llamada de atención educativa para el ciudadano y, generalmente, producen un efecto de conciencia, de respuesta, y previenen resultados más graves” por lo tanto una sanción “proporcionada” tiene un “gran valor pedagógico y de evitar riesgos y peligros mayores”.

El debate no está en “elevar las penas, la cuestión está en la eficacia”, ha concretado, para después agregar que lo importante es que la pena se aplique a “todos” los que incumplen la ley para ganar en “seguridad”.

ACCIDENTE y DELITO

Finalmente Vargas ha querido exponer la diferencia entre accidente y delito, porque “no es igual”. Ha explicado que delito significa que “existe una grave imprudencia” que conlleva un atentado contra la vida o la integridad física. Mientras que la palabra “accidente” puede resultar engañosa al atribuirla a todas las muertes que se producen en la carretera.

A su juicio la educación es la principal vía para reducir la siniestralidad en las carreteras, por lo que ésta debería comenzar en los colegios