La aridez del desierto y la frescura del mar se dan la mano a través de un trayecto que brinda la oportunidad de perderse en alguna de las aldeas rurales que componen el itinerario.
El parque natural que sirve de punto de partida es un espacio natural de origen volcánico salpicado de acantilados y costa virgen que dejan con la boca abierta. El desierto de Tabernas también es una parada obligatoria, aunque solo sea por rememorar los gloriosos tiempos del ‘spaghetti western’. Tampoco hay que pasar de largo por La Alpujarra, en las faldas de la ladera sur de Sierra Nevada, y dejarse embelesar por sus pueblos blancos.