Por el contrario, un viaje de 500 kilómetros por carretera implica el pago de 98€ en concepto de impuestos, de los que, en el escenario más optimista –que, por desgracia, no es el actual-, tan solo el 9% revierte a la propia infraestructura en concepto de mantenimiento y conservación.
Con estas dos cifras encima de la mesa, asistimos con extrema preocupación a la constatación de un deterioro sin precedentes de nuestras carreteras, agravado por los temporales de nieve y lluvia que venimos sufriendo en los últimos meses.
Es urgente que se imponga la sensatez en la política de transportes.