El descolorido cartel rojo, casi decrépito, que da la bienvenida a Madrid a quien regresa por la carretera A-3 no desentona del aspecto doliente que envuelve la Autovía del Este, el principal eje que conecta el centro de la península con la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia, dos de los destinos turísticos más concurridos durante el verano. Un 20% del tramo que une la capital con el kilómetro 177, donde se toman los desvíos hacia Valencia, Albacete o Ciudad Real, está afectado por obras: 36,5 kilómetros en cada dirección.
Quien quiere planificar su viaje y evitar las obras difícilmente puede sortear las de la A-3 si previamente no ha sido avisado por alguien que conozca la carretera. El Ministerio de Fomento no ha facilitado la localización de estos trabajos a la Dirección General de Tráfico (DGT), según confirman fuentes de la institución, por lo que es imposible encontrarlos en su página web, donde se recopilan todas las incidencias que afectan a la circulación. Tampoco el departamento que dirige Ana Pastor ha proporcionado a este periódico información sobre la ubicación de las obras.
Y sin embargo, el conductor que viaja desde Madrid hacia Valencia o Murcia encuentra, hasta el desvío hacia Albacete, 11 tramos de obras, es decir, una cada 16 kilómetros. En dirección a la capital, son 10 los espacios en los que se realizan trabajos para mejorar la autovía, según los datos que EL PAÍS ha recogido en la propia carretera, el pasado 28 de agosto, tan solo dos días antes de que comenzara la operación especial Retorno del verano 2013, que concluye en la medianoche de hoy y en la que Tráfico prevé casi cuatro millones de desplazamientos.
“Lo más importante es informar, que el ciudadano tenga datos suficientes para que pueda programar su viaje y no sufra una situación de estrés porque en la carretera hay obras que no esperaba encontrar”, explica Eugenio Dobrynine, experto en seguridad vial y director de la Fundación del Comisariado Europeo del Automóvil (CEA).
En los paneles electrónicos, la DGT sí informa de los itinerarios alternativos. Por ejemplo, kilómetros antes de llegar al punto en el que confluyen los caminos de quienes regresan de Valencia o Murcia, un panel recomienda tomar el desvío de la AP-36, una autopista de peaje, “para evitar las obras hasta Madrid”, que duran ya cerca de cuatro años.
Las obras, aunque “necesarias”, no solo repercuten en la comodidad de los automovilistas sino que son un factor de riesgo para el tráfico, según alerta CEA. Y este peligro se incrementa en los periodos de gran concentración de vehículos, como el de la operación especial de retorno. “Los principales imprevistos ante los que el conductor se enfrenta son los tramos de obras, que obligan a realizar una reducción brusca de la velocidad y pasar de 120 kilómetros por hora a 60, con el consiguiente riesgo de frenadas violentas”, advierte la fundación.
En los tramos analizados por EL PAÍS, hay hasta 26 señales de “desvío de los carriles por la calzada opuesta”, dos flechas verticales ligeramente curvadas y enmarcadas en un rectángulo amarillo que avisan al conductor de la inminente aparición de, al menos, dos curvas pronunciadas que obligan a reducir, en función del peligro, a 80 o 60 kilómetros por hora, cuando la A-3 está limitada a 120.
Un total de 21 tramos de la Autovía del Este están en remodelación
En la gran mayoría de los 73 kilómetros afectados por obras del tramo analizado de la A-3, la calzada es más estrecha y no hay márgenes de arcén, por lo que no son posibles las paradas en caso de emergencia, al menos sin crear un riesgo importante debido a la angostura de la calzada.
Las obras son muy patentes en el estado del pavimento. En ocasiones está desgastado, lo que provoca que “las distancias de frenado sean más largas”, según la Asociación Española de la Carretera (AEC). En otras, hay resaltos por la incorporación o eliminación de capas asfálticas. E, incluso, se llegan a mezclar las líneas de los carriles del trazado anterior con las provisionales de las obras, algo muy visible en los desvíos por la calzada opuesta.
Además, los recorridos libres de trabajos de mejora no están reparados en su totalidad. Entre el kilómetro 23 y 37, a la altura del hospital de Arganda (Madrid), la calzada se encuentra repleta de grietas. Lo mismo ocurre entre el kilómetro 167 y 176.
“Estoy harta de tanta obra, casi me la pego en una curva”, protesta Estela Ruiz (43 años), mientras toma un café en un restaurante junto a la carretera. Viaja con sus dos hijos y su marido a La Manga (Murcia), y se lo va a “pensar dos veces” antes de volver a tomar por la A-3. Esteban, de 27 años, lo tiene claro: “Si vuelvo a ir solo, cojo un tren”.
Al igual que se hacen campañas contra el exceso de velocidad o la ingesta de alcohol en la conducción, la Administración también debería incidir en “los peligros de las obras en carretera”, sugiere el director de la Fundación CEA, Eugenio Dobrynine, que recomienda a los conductores extremar las precauciones cuando se encuentran con una vía en obras. La fundación recuerda la importancia de “disminuir la velocidad” ante cualquier indicio de obras, no frenar bruscamente y respetar la nueva señalización.
Desvíos de carriles y estrechamiento de calzada son los principales riesgos
Sin embargo, muchos conductores no lo hacen. Basta con circular por la Autovía del Este para comprobar que apenas nadie reduce a 60 cuando una señal lo indica y que algunos automovilistas continúan adelantando aunque esté expresamente prohibido.
Pero, ¿es el verano el momento más adecuado para hacer obras? “Lo ideal sería que durante las vacaciones se limitaran”, considera Dobrynine, aunque reconoce que “las condiciones meteorológicas son mejores, hay más horas de luz y las altas temperaturas hacen que los asfaltos tengan un mejor agarre”.
En cualquier caso, desde el Comisariado Europeo del Automóvil, solicitan a Fomento “seleccionar mejor las fechas para realizar obras” cuando afectan a “algunas de las principales vías del Estado”. Y en el caso concreto de la A-3, una mejor información para que los conductores viajen con más seguridad. Según Dobrynine, “debe darse la mayor difusión posible”.
El País