Todo escenario de tráfico demanda la necesidad del conductor de observar tres considerandos “espacio”, “velocidad” y “atención” a través de los cuales llegará hasta el equilibrio de la seguridad, pero existen otros a partir de estos, que a modo de indicadores pueden constituirse en predictores del peligro.
Cuando conducimos sobre carreteras de montaña con zonas arboladas en su entorno inmediato debemos recordar siete realidades asociadas al peligro:
- Los árboles pueden reducir los campos de visión tanto lateral como longitudinalmente, especialmente en determinados trazados curvos.
- La sombra de los árboles puede mantener la humedad en el firme creando zonas sombrías de especial sensibilidad en términos de seguridad.
- Las raíces pueden levantar o deformar la zona de rodadura, especialmente en los extremos de la explanación.
- Las sombras producidas sobre el firme en días especialmente soleados pueden ocultar o camuflar deformaciones o incidencias en la zona de rodadura.
- El viento puede ser la causa origen de la caída de ramas o incluso árboles sobre la zona de rodadura.
- Atendiendo al tipo de árbol, en determinadas épocas del año pueden caer hojas, piñas, frutos, etc. sobre la plataforma.
- Los árboles incrementan el riesgo de lesión o daño en caso de accidente por salida de la vía.