Ante esta acusada falta de renovación de los vehículos de dos ruedas, la patronal ha advertido que se está experimentando un progresivo envejecimiento del parque de vehículos en España, lo que deja la antigüedad media en catorce años.
Anesdor explicó que uno de los principales motivos de esta situación es la elevada presión fiscal a la que se enfrentan los compradores de motos nuevas, ya que en algunos segmentos este tipo de vehículos puede soportar una carga de impuestos de hasta el 40%, a diferencia de lo que ocurre en otros de los principales mercados europeos como Alemania, Italia o Reino Unido.
En este sentido, la Asociación indicó que, además de estos desequilibrios, en España se aplican criterios que discriminan a las dos ruedas respecto a los coches, tanto en el impuesto de matriculación como en el impuesto de circulación, lo que, en su opinión, supone un "desprecio" a la contribución social de este sector en términos de movilidad sostenible.
Así, señaló que con la modificación en 2008 del Impuesto de Matriculación se aplicó a los vehículos de categoría L (ciclomotores, motocicletas, triciclos y cuatriciclos) un baremo diferente al de los coches, que provoca que una moto tenga que pagar hasta el doble de tasa que un automóvil teniendo el mismo volumen de emisiones de dióxido de carbono.
En esta línea, Anesdor señaló que el impuesto de circulación que recaudan los ayuntamientos grava en los coches los caballos fiscales, mientras que en las motocicletas se paga por la cilindrada, lo que ocasiona que los vehículos de dos ruedas paguen más impuestos que los turismos, a pesar de tener menor cilindrada.
Por ello, solicita una nueva escala impositiva basada en la potencia fiscal y no en la cilindrada para todos los vehículos de la categoría L, así como trasladar la recaudación del impuesto de matriculación al de circulación, con lo que se conseguiría gravar la utilización y no la adquisición de los automóviles o motocicletas.