Como puntilla reflexiva aclarar que parece lógico la prohibición del artículo 12.1, sobre la presencia de consumo de drogas en el organismo de cualquier conductor de cualquier vehículo (bicicleta, ciclomotor, motocicleta, tractor, turismo, etc.) y como dice la ley (que no yo), pese a que esté en condiciones de utilizar el vehículo conforme a la obligación de diligencia, precaución y no distracción establecida en el artículo 9.

Pero la misma reforma establece un criterio diferente para el que, manteniendo presencia de drogas en el organismo y pueda conducir conforme a la obligación de diligencia, precaución y no distracción establecida en el artículo 9, si las sustancias se utilizan bajo prescripción médica.

Lejos ha quedado el respeto a las apreciaciones de textos legales como el R.D. 818/2009 (Reglamento General de Conductores) en su anexo IV, que entra en opiniones contrarias a la impunidad propuesta por la norma en caso de determinadas patologías.

¿No sería mejor que el ilícito se asociara a la influencia y no a la presencia de sustancias?

Como segunda puntilla reflexiva, no entendemos que hace el medio ambiente en una ley de seguridad vial.

Por último y como información, no hemos encontrado referencia alguna a nuestras (colectivo de usuarios de motocicletas) demandas y objetivos de trabajo y negociación con la Dirección general de Tráfico desde hace años. No obstante, a fecha actual, debemos reconocer que nos encontramos a las puertas del procedimiento de reglamentación, lo que nos deja esperanza para la próxima regulación.

Pero no es del todo correcto afirmar con contundencia la ausencia de vía a nuestras demandas, más si tenemos en consideración que el apartado 3 del artículo 12 del nuevo texto permite establecer reglamentariamente excepciones a las prohibiciones de uso de intercomunicadores.

Como dijo Martín Luther King en su momento… “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”… pase lo que pase debemos seguir luchando, no hay final si hay objetivos.