El estudio en el que han participado la propia DIA, junto con la fundación ONCE y el Dirección General de Tráfico, se centra concretamente en las secuelas psicosociales de aquellas personas que han perdido a sus seres queridos tras un siniestro vial.
Los familiares de las víctimas suelen presentar signos físicos que se manifiestan como consecuencia de un malestar psicológico agudo. Comienza por una pérdida del apetito (75% de los encuestados) y del sueño (90%). Para pasar, en hasta el 50% de los familiares de las víctimas encuestadas por DIA, a padecer dolores musculares, de cabeza, debilidad o pesadez en las extremidades, hormigueo y mareos. Un malestar físico que en casos extremos pueden desembocar en dificultad para respirar y ahogo.
El malestar acaba afectando a la capacidad para trabajar y relacionarse socialmente con normalidad, debido a los pensamientos negativos, problemas de memoria y pérdida de concentración. A la par que un rechazo a la toma de decisiones importantes y a relacionarse socialmente.
Si no se tratan la consecuencia final es la depresión, que se manifiesta normalmente como una total falta de esperanza unida a ideas autodestructivas. Incluso entra en lo posible que los familiares traten de autoinculparse de lo ocurrido.
Finalmente, un 46,7% sienten temor a volver a utilizar el medio de transporte que causó el trauma en su vida lo que conduce a una pérdida de autonomía. Por ello la asociación DIA considera urgente la creación de programas de ayuda a los familiares de las víctimas de accidentes de tráfico.
"Todos estos síntomas, especialmente los depresivos, deben ser tratados de manera inmediata y adecuada por profesionales especializados. Desde Asociación DIA consideramos que las víctimas de Tráfico y sus familiares no están recibiendo el tratamiento postraumático adecuado", según explica el presidente de DIA, Francisco Canes.
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