Escalofríos, temblores, mareos, sudoración y ataques de pánico, son algunos de los síntomas de éste miedo. Pero, como cualquier trastorno emocional psicológico, tiene su propia terapia y su vía de solución, asegura Ignacio Lijarcio, director de proyectos de Fesvial (Fundación Española para la Seguridad Vial). “No todos los que tienen miedo a conducir son amaxofóbicos”, personas incapacitadas para conducir un vehículo.
En España, actualmente existen 8,3 millones de que tienen fobia a conducir y en torno a 1,5 millones tienen algún trastorno de amaxofobia, según CEA (Comisariado Europeo del Automóvil).
De hecho, todos los conductores han experimentado algún acceso de amaxofobia en algún momento de sus vidas, el problema es que conducir un vehículo bajo este envoltorio de emociones merma la percepción, crea más inseguridad y pone en riesgo la seguridad vial.
Muchos amaxofóbicos suelen detectarse en la vía porque cambian de carril sin señalizar y de forma repentina, frenan o aceleran sin motivo, o se salen de la vía como única modo de escapar de su miedo, expone Lijardo.
Tener un miedo moderado en la conducción es normal e incluso conveniente pues evita conductas temerarias, el problema es cuando el miedo te conduce a ti, siendo este la causa del accidente.
Las mujeres son las más proclives a padecer fobias a la conducción, pese a que está demostrado que perciben mejor el riesgo en la carretera. No obstante, arguye Lijardo, también son más proclives a sentir miedo intenso, y patologías depresivas o ansiosas, incluso aunque nunca hayan tenido un accidente.
En cualquier caso, la mejor opción es volver a la autoescuela, dar unas clases de recordatorio bajo las medidas de seguridad del coche de autoescuela o apuntarse a cursos específicos de conducción segura en moto.
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