El límite de velocidad en carretera nació históricamente en 1861 con la aprobación de la “Locomotive Act” por parte del Parlamento del Reino Unido. Por aquel entonces el primer límite de velocidad para regular el tráfico en las calles de Londres lo fijaba en 10 millas a la hora (17 km/h).
Los límites de velocidad han ido evolucionando desde entonces en función de las condiciones de las carreteras, la orografía y el clima de cada país, pero también en función de las nuevas medidas de seguridad de los vehículos.
Así podemos encontrar estados sin límite de velocidad, como la Isla de Man, famosa por su peligroso rally anual de motocicletas, pero también oasis de velocidad como algunas “autobahn” de Alemania, o en el Territorio del Norte (Australia). Y del lado opuesto, estados que restringen con los límites más severos de solo 70 a 80 km/h. Entre estos último encontramos al Territorio del Noroeste de Canadá, Madagascar o Bolivia. Todos ellos con carreteras muy peligrosas debido a la climatología extrema o a severas deficiencia en su estado de conservación.
Resulta especialmente paradójico que en determinados países convivan diferentes velocidades máximas. En Estados Unidos encontramos casi todo el rango de velocidades máximas existentes; desde los 105 km/h en los situados más al norte, hasta los 140 km/h de Texas, pasando por los más comunes 110 km/h de los estados más poblados del este y el oeste del país.
Paradójico también, el límite 130 km/h en Rusia. Un país que no destaca por tener unas condiciones lumínicas ni de temperatura idóneas para las altas velocidades. Puede que esta sea una de las razones de su gran siniestralidad. O los 140 km/h de Polonia, el segundo país de Europa con el límite más elevado tras Alemania.
A pesar de las excepciones, viendo el gráfico se puede deducir fácilmente que el rango medio-alto comprendido entre los 120 y los 130 km/h es el límite de velocidad establecido por la mayor parte de países a nivel mundial. Sin embargo la tendencia más seguida es la de aumentar ligeramente este límite, por lo que en Europa estamos viendo una deriva de los estados que actualmente tienen límite 120 hacia el límite 130 km/h. Eso es justamente lo que sucederá en España con la entrada del año 2015.
La tendencia opuesta, la de reducir el límite de velocidad, también aparece esporádicamente pero no tiene mucho recorrido. Por ejemplo, es lo que sucedió en el Territorio del Norte de Australia que tras no tener límite máximo hasta 2007, pasó a tener límite 130 km/h y ahora vuelven a implantar la desregulación tras la insatisfacción popular.
La seguridad vial y el gasto de combustible seguirán siendo las dos principales razones que mantendrán los límites de velocidad anclados en un futuro próximo. Tan solo la introducción de novedosas tecnologías que logren reducir las cifras de muertes en las carreteras y que reduzcan la dependencia de los vehículos de los combustibles fósiles permitirán liberar los límites de cara al futuro.
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