El primer semáforo eléctrico apareció en 1914 en Salt Lake City (Utah, Estados Unidos) y, desde entonces, hemos aprendido a convivir con él, aunque no sin cierta dosis de resignación y paciencia. De hecho, nueve de cada diez conductores no están conformes con su funcionamiento. Los conductores españoles creen que la luz roja dura demasiado tiempo y, mientras aguardan al verde, intentan aprovechar su tiempo de muchas maneras.
La mitad de los encuestados reconoce que mientras aguarda la espera mirando a los coches de alrededor para ver en qué condiciones debe reemprender la marcha. Por otra parte, uno de cada cinco se deleita observando a otros vehículos de la vía, mientras que un tercio aprovecha para relajarse. La comida también tiene su momento ante un semáforo en rojo, pues el 16% busca algo para picar y el 10% echa mano del chicle. No obstante, es curioso cómo sólo el 18% admite aprovechar el tiempo de espera para hablar con sus acompañantes.
La principal diferencia que observa el estudio de AutoScout24 a la hora de diferencia por sexos, es que las mujeres muestran una tenencia irreprimible de mirarse en los espejos, algo que realiza el 21% de las conductoras frente al 10% en el caso de los hombres.
Ante el tedio muchos conductores eligen no hacer nada y se quedan mirando el semáforo pacientemente, algo que realiza el 20% de los encuestados.
ANTE LA ESPERA… INFRACCIÓN
El problema surge cuando el tedio de la espera se convierte en conductas que están prohibidas y penalizadas por la normativa actual de tráfico. Estamos hablando de enviar mensajes de texto con el móvil o manejar el navegador.
O aún peor, casi la mitad de los conductores admite cometer alguna que otra infracción para evitar la retención en el semáforo.
Sin embargo, los datos de la encuesta, realizada sobre una muestra de un millar de conductores de entre 18 y 65 años, reflejan que éstos no son los únicos que no respetan los semáforos. El 22% de los peatones cruza la calle si no hay tráfico aunque esté en rojo, algo que se repite con las bicicletas, pues el 11% de los ciclistas no cumple con la norma.
Imagen inferior-01: Semáforo operado de forma manual. El 9 de diciembre de 1868 se instaló el primer semáforo en Londres. Fue diseñado por el ingeniero ferroviario John Peake Knight, quién se basó en las señales ferroviarias de la época. El primer semáforo tenía dos brazos que se levantaban para indicar el sentido que tenía que detenerse, además usó lámparas de gas de colores rojo y verde para su uso nocturno. Sin embargo, este primer semáforo era manual por lo que requería que un agente lo controlase todo el tiempo. Este primer semáforo explotó tan solo dos meses después, hiriendo de gravedad o causándole la muerte al operador.
Imagen inferior-02: En 1910, Ernest Sirrine mejoró el semáforo volviéndolo automático. El sistema de Sirrine usó las palabras no iluminados «stop » (detenerse) y «proceed » (proceder). En 1912, Lester Wire, un oficial de policía de Salt Lake City, optó por regresar al anterior sistema con las luces rojas y verdes. Aunque era manual la innovación fue usar luces eléctricas y un zumbador para advertir del cambio de estado.