La gasolina que se vende en España es un producto que se extrae siempre del mismo conjunto de refinerías – en el territorio español hay nueve -. Dicho combustible industrial se revende a los distribuidores que pueden solicitar que contengan ciertos aditivos o no.
Repostar en una estación de combustible de marca blanca con gasolina sin aditivos puede suponer un ahorro de hasta el 15% por litro.
En la práctica todas las gasolinas que se venden en España son óptimas para la mecánica y repostar en una estación “low cost” no tiene por qué perjudicar nuestra mecánica –excepto que se actúe ilegalmente adulterando combustibles que no son para automoción -.
Para que nos hagamos una idea de la diferencia entre la gasolina con y sin aditivos, es como si vamos a un supermercado a comprar leche. Todas son nutritivas y buenas para nuestra salud, pero algunas marcas tienen un extra en la forma de Calcio, Vitaminas, Minerales, etc, que se le añaden para crear un producto diferenciador respecto a los de la competencia.
Del mismo modo, los aditivos de las gasolinas se añaden en la fase final, cuando el combustible está a punto de salir de las instalaciones de almacenamiento para ser llevadas a los surtidores. Sin estos diferenciadores de calidad las gasolinas de todos los surtidores serían idénticas, y todas cumplirían igualmente con la legalidad vigente.
Los aditivos de los carburantes suponen incrementar el coste del litro en unos dos céntimos, pero del lado positivo notaremos ventajas mecánicas a largo plazo, a partir de 100.000 kilómetros, en la forma de menos averías de los conductos de inyección, una mejor combustión y una ligera reducción del consumo de combustible.
Para saber si nos compensa esta ventaja, hay que estudiar cuantos kilómetros hacemos al año, el coste por litro con y sin aditivos, y juzgar que carburante es el más apropiado según las características de nuestro vehículo.
Fuente