La Comisión Europea ha controlado variables como el mercado interior, las inversiones e infraestructuras, la unión energética, la innovación y los usuarios. Entre dichas variables el peor resultado ha sido por la tasa de consumo de renovables en el transporte, con la segunda peor tasa (0,4%), solo por delante de Estonia (0,2%) y muy lejos de Suecia (16,7%) o Finlandia (9,9%).
Esto supone que nuestro transporte es 100 por 100 dependiente de las importaciones de energía del exterior, fundamentalmente petróleo, y estamos sometidos a los vaivenes del mercado. Esta falta de liderazgo en la electrificación crea una balanza económica deficitaria y supone un lastre para la competitividad de nuestras empresas.
En contraste la Comisión Europea valora positivamente la seguridad vial en España, con la sexta tasa de muertes en carretera más baja de la UE (36 por cada millón de habitantes), solo mejorada por Malta (24), Reino Unido, Países Bajos y Suecia (28) y Dinamarca (32).
La calidad de las infraestructuras en España – pagadas en gran parte con fondos comunitarios – saca la nota máxima de toda la UE (5,98 sobre 7). El gasto en transporte de los españoles no es de los más elevados (1.500 € per cápita) y que el gasto privado en innovación del 0,9% tampoco pasa del nivel medio, pero los ciudadanos de nuestro país pasan una media de 30,21 horas al año en atascos, situándonos en el puesto once de la clasificación.
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