"¿Qué le dices a tu hijo cuando pregunta por qué pasas tanto tiempo fuera de casa? ¿No te da pena perderte tantos momentos?", le pregunté. "Al niño al que no sé qué contestar es al que me pregunta por qué su padre está tumbado en el asfalto", contestó. Entonces fuí yo la que se quedó sin palabras.
Diez años -o más- han pasado desde entonces. El pequeño de Juan Carlos ya no lo es tanto y ahora entiende que papá pasa mucho tiempo fuera de casa porque, fiel a sus principios, recorre España entera luchando para que la Administración no permanezca impasible ante los cientos de vidas que, cada año, se pierden en las carreteras.
Cuando le conocí, Toribio luchaba solo, con pocos apoyos aparte del de su padre que, con una visión más realista, le decía: "Hijo, déjalo, te van a machacar". Hoy, sigue solo. Porque aunque somos muchos, muchísimos, los que aplaudimos su lucha, su coraje y su entrega, es él el que se da de tortas con el sistema y el que se enfrenta a una y otra y otra y otra sanción.
Toribio es continuamente castigado por denunciar el mal estado de las carreteras y la pasividad de las Administraciones -nacionales, autonómicas, municipales y hasta europeas-. Dedica a ello todo el tiempo que le queda cuando cuelga el uniforme. Y lo hace de forma completamente altruísta. Pero, quizá ha dado a muchos donde más duele, y por eso las altas esferas del Cuerpo le tienen sometido a un proceso de acoso y derribo.
Cuando sus mandos declararon "incompatible" su labor como Guardia Civil de Tráfico con su apoyo voluntario a la lucha por la seguridad vial, consiguió que un juez le diera la razón. Le prohibieron hablar con los medios, colaborar con la Asociación Mutua Motera -de la que, hoy por hoy, es socio- e, incluso, trataron de vetar su participación en la asociación de padres del colegio de su hijo.
Hoy, le sacuden un nuevo golpe: una propuesta de sanción que, de hacerse realidad, le apartaría de empleo y sueldo durante seis meses -no es la primera, ni la segunda...- pero, además, supondría su expulsión del Subsector de Tráfico y, con ello, la perdida de su destino.
¿Qué has hecho, Juan Carlos, para merecer tal castigo? ¿No nació precisamente la Guardia Civil para ayudar y proteger a los ciudadanos? ¿Porqué te sancionan por hacer de tu vida tu trabajo y de tu trabajo tu vida?
Cuando te conocí te dije que el mundo sería mucho mejor si unos pocos fuesen como tú. Pero, está claro que el mundo no está hecho para los buenos.
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