Según los últimos datos de patentes esa hipótesis adquiere visos de verosimilitud. En los planos de la patente se observa un motor V4 de la RC213V-S montado sobre un chasis de diseño desconocido. El chasis es similar al concepto de la Ducati Panigale, semimonocasco de doble cuna con subchasis de aluminio.
El chasis de la actual RC213V-S se hace a mano, de ahí su alto coste, el nuevo podría ser estampado por robots de forma rápida y económica. Cabe destaca que la patente hace especial mención a las ventajas de la producción en masa. Esto permitiría crear una Fireblade que no sería más que una versión “low cost” de la RC213V-S.
Otro punto a favor de una nueva RVF es que las siglas han sido registradas en algunos países donde Honda comercializa sus motocicletas, recuperando así las míticas siglas de las RVF 400 y 750 que dominaron el mercado en la época de los 90.
Pero tal vez el punto más importa es la entrada de la nueva regulación del WSBK 2016, que ha reducido el número de unidades que se tienen que producir para que los fabricantes obtengan la homologación: de 1.000 (2.000 antes de 2014) a solo 500 unidades.
Teniendo en cuenta el precio medio de las motos de serie que pueden optar a competir en el WSBK, que se sitúa en el entorno de los 40 - 50.000 € -muy alejados de los 188.000 € de la RC213V-S - se entiende que esas 500 unidades sea una cifra perfectamente asumible.