En 2015, en España, apenas se observa esta tecnología de reciclado en el 1,2% de las carreteras (unos 1.000 km), y ello a pesar del esfuerzo de las compañías españolas por crear mezclas bituminosas con polvo de neumáticos que aportan mayor durabilidad, a la par que mejoras en conservación y mantenimiento.
Algunas administraciones se lanzan en términos políticos a apostar por las carreteras con polvo de caucho, pero el problema surge cuando las obras planteadas pasan a ejecutarse. Entonces es cuando se modifican los proyectos por falta de información, experiencia o medios para la implantación de este tipo de carreteras. Por tanto no es falta de compromiso, sino de técnicos que se sientan en su “área de confort” a la hora de aplicar la nueva tecnología.
Quizá haga falta más tramos experimentales y más estudios para evitar cualquier incertidumbre sobre la viabilidad de su implantación. En otras regiones del mundo se utiliza con mucha mayor frecuencia las mezclas bituminosas con polvo de neumático. Entre las razones para su utilización destacan la sostenibilidad, la reducción del ruido de rodadura, el ahorro de materiales, y la durabilidad del asfalto.
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