El Reino Unido deberá llegar ahora a un acuerdo que podrá ser bilateral con cada país miembro (España, Francia…) o bien, un acuerdo con el conjunto de la Unión Europea. Pero las dificultades no surgirán de inmediato, pues el proceso de “divorcio” británico será largo y complejo, y se pude dilatar por más de dos años.
La industria de la automoción también se verá afectada. El Reino Unido había conseguido regresar a los niveles de producción de vehículos de antes de la crisis, pero su salida podría afectar a los 1,6 millones de unidades que producen anualmente y que en un 75% exportan a Europa.
Reconocidas marcas inglesas de coches (Aston Martin, Bently, Jaguar, Land Rover y Rolls Royce) y motos (Triumph, Norton, Matchless, Brough Superior), podrían sufrir las negativas consecuencias de la salida del Reino Unido. Aunque no faltan las voces que indican que la devaluación de la libra británica – más de un 10% - servirá para abaratar sus costes de producción y vender más barato a Europa.
Solo el fabricante de motocicletas Triumph produce alrededor de 60.000 motocicletas que exporta a todo el mundo en un 85%, y de las cuales, un 20% van a parar al mercado común europeo. Aunque sus costes de producción bajen vía salarios de los británicos, las exportaciones a Europa podrían salirles más caras debido al levantamiento de aranceles a los productos importados desde las islas.
Paralelamente nos encontramos con el problema de los componentes para sus modelos, muchos de los cuales llegan desde Europa, que podrían sufrir igualmente de un incremento de aranceles. Esto podría empujarles a buscar nuevos proveedores asiáticos. Paradójicamente, el gran beneficiado del Brexit quizá acabe siendo China, que se encontrará con una Europa debilitada y un socio comercial privilegiado a sus puertas.
De salirle bien la jugada, el Reino Unido y Triumph podrán incrementar sus ventas de productos a EE UU, donde ha logrado volver a ser la marca europea más vendida, y extender su influencia en Asia y demás países anglosajones de la Commonwealth, gracias al mayor margen de beneficios y a no tener que cumplir con exigentes normas anticontaminación como la Euro4 o la futura Euro5. Eso sí, a costa de perder influencia en el Viejo Continente.
Los efectos del Brexit solo los comenzamos a atisbar, y probablemente afectarán a los británicos y a los propios europeos durante mucho más tiempo de lo que pudiéramos imaginar.