De adoptar la mecánica de la GW250 Inazuma con sus 24,5 CV (o poco más) no tendrán mucho que hacer respecto a los 42 CV del motor de 320 CC de la Yamaha R3, pero su precio y facilidad de manejo será una importante baza a jugar.
A tenor de los últimos planos de patente interceptados, el diseño tampoco defraudará a los usuarios de la deportiva del cuarto de litro. Su carenado muestra un claro aire de familia con similitudes evidentes con la GSX-R1000 de 2017.
A nivel de diseño no tiene nada que envidiar a la Honda CBR 250RR o la R3, a pesar de ello, su mecánica la condiciona a un mercado muy diferente, algo que también se aprecia en el bastidor de doble cuna, en el basculante de acero, o en el sencillo equipo de frenos. Además el modelo se producirá en la fábrica que tiene Suzuki en China.
Indicios todos ellos de un importante ajuste de costes de producción que se trasladarán al cliente final para dejar a la competencia sin ningún tipo de argumentos económicos.