Mientras se decide si se implantan los peajes en las carreteras, la seguridad vial en grande, es uno de los temas que tiene pendiente el nuevo gobierno de Mariano Rajoy. Un tema que debe afrontarse desde un compromiso de diálogo entre Gobierno, técnicos y asociaciones involucradas.
La rotura de la tendencia a la baja se hizo patente en mayo, cuando se constató un incremento del 32% de la siniestralidad de los motoristas. Unos usuarios que utilizan la moto para disfrutar de su ocio los fines de semana (50% de los casos) o para ir a trabajar (36%), y que se encuentran con toda suerte de obstáculos que podrían significar la diferencia entre la vida o la muerte.
Carreteras en deterioro
Asfalto deteriorado, señales obsoletas o en mal estado, nuevos puntos negros, barreras de seguridad dañadas que no son sustituidas, el mantenimiento de las carreteras ha sufrido especialmente las consecuencias de la crisis, como se desprende del informe de 2016 ‘Necesidades de Inversión en Conservación’, de la Asociación Española de Carreteras (AEC), o como se indica en el informe EuroRAP en el que 3.500 km de carreteras sobre 24.803 analizados presentaba riesgo de provocar un accidente. Y es que desde hace siete años la partida destinada a este fin ha descendido un 60%, hasta no superar el 1% del total de los presupuestos. Las carreteras necesitan 6.600 millones de euros para que vuelvan a estar en buen estado.
Un parque móvil anticuado
Un tema que la DGT aprovecha para respaldar su falta de culpa en el reciente incremento de los accidentes y que, a fin de cuentas, es otro daño colateral causado por la crisis. Vehículos más antiguos y con menos manteniendo supone un mayor riesgo de mortandad en caso de accidente. Hasta aquí todos de acuerdo, pero cómo se abordará el problema desde el Gobierno. Los programas de ayuda a la compra de automóviles son esenciales, pero las motos han quedado sistemáticamente apartadas de dichas medidas y ahora su parque es el más envejecido. Por no hablar del coste de las reparaciones de sus vehículos que para muchos resulta inabordable.
La educación vial por norma
Desde la introducción de cursos de educación vial en las escuelas hasta los cursos de perfeccionamiento para motoristas y segmentos de población especialmente sensibles, como los jóvenes entre 18 y 29 años.
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