Cuando se comenzaron a realizar este tipo de controles se efectuaban 3.000 pruebas al año. En 2016 se realizaron 76.000 controles por lo que con el nuevo método se podría alcanzar los 760.000 controles al año, lo que según el director general de la DGT, Gregorio Serrano, supondría un “aumento espectacular, para que aquellas personas que conduzcan bajo los efectos de las drogas lo tengan ciertamente complicado para poder zafarse”.
El test de drogas actual consta de dos fases: si la primera prueba da positivo se envía el test al laboratorio que es el encargado de verificar la presencia de drogas y emitir la sanción. Es un proceso lento y de coste elevado, por lo que Tráfico busca un aparato capaz de realizar todo el proceso en el acto.
El nuevo test podría venir de la mano de un endurecimiento de las condenas que impida la recuperación de los puntos del carné hasta que un certificado médico garantice que ya no existe hábito de consumo. Algo para lo que el conductor sancionado podría tener que realizar un curso de adicción.
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