Mediante un `ramp meter´, que ya se utiliza en algunos autopistas y autovías extranjeras para la dosificación del número de vehículos que se incorporan a la vía principal cuando esta congestionada, se puede gestionar el tráfico que accede a la rotonda.
La demanda al acceso principal se controla mediante un “detector de colas” situado dentro del asfalto, que informa del tamaño de la retención en un tramo de carretera. El detector de colas iría conectado a un semáforo inteligente situado en los restantes accesos a la rotonda (con menos congestión).
Según Mariló Martín-Gasulla, autora del proyecto de investigación, se puede reducir las demoras en la entrada a la rotonda hasta en un 60%, creando unos huecos más largos que pueden rellenar los conductores de la vía más atascada.
La idea de Mariló se ha puesto a prueba en una simulación realizada sobre los datos de tráfico de la rotonda de El Saler (Valencia) de un solo carril por cada acceso. Su coste aproximado sería de unos 14.300 euros por rotonda y ya se utilizan sistemas similares en ciudades de Australia y Estados Unidos (Florida).
Las ventajas del sistema respecto a una intersección normal regulada por semáforos, es que se reduce al mínimo el tiempo que el semáforo está en luz roja. Por ejemplo, en caso de no haber saturación los semáforos permanecen en luz verde continua. El sistema se optimiza siempre en función de la demanda de tráfico. Esto reduce los atascos y la emisión de gases contaminantes.
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