Más de 300 personas fallecen al año en accidentes en los que la velocidad fue un factor determinante, según las cifras de Tráfico para 2015. Además, ocho de cada diez accidentes ocurre en carreteras convencionales. La velocidad excesiva (superior a los límites establecidos) o inadecuada (dentro de los límites pero sin ajustarse a las condiciones imperantes en la vía en dicho momento), es un problema de seguridad vial de primer orden.
La velocidad ya sea excesiva o inadecuada es un factor de riesgo adicional que determina la gravedad de las víctimas en caso de siniestro. Como demuestra que el 20% de los accidentes mortales tenían a la velocidad como factor concurrente. Aunque según la Dirección General de Movilidad y Transporte de la Comisión Europea, la velocidad es un factor determinante en el 30% de los accidentes mortales (un peatón no podrá salvar la vida si es atropellado a 80 km/h).
La velocidad excesiva reduce el tiempo de reacción, dificulta el control del vehículo y la rectificación de la trayectoria, a la par que altera al conductor (estrés, agresividad, disminución del campo sensorial y aumento del nivel de fatiga). Según se deprende del estudio “El porqué de los radares: efectividad de los radares como medida de control de velocidad” del FACTHUM.lab de la Universidad de Valencia.
Gregorio Serrano, director general de la DGT ha indicado que "la vigilancia que se establece sobre la velocidad obedece a la necesidad de que se cumplan los límites con el fin de evitar accidentes y víctimas. Se trata de concienciar a los conductores de que a una velocidad moderada se corren menos riesgos".
Los controles de velocidad se centrarán especialmente en las carreteras convencionales donde el 40% de los conductores circula a velocidad superior a la permitida y un 12% supera la velocidad en más de 20 km/h.
Fuente: Ministerio del Interior