Las turbo rotondas delimitan desde un principio los carriles en función de la salida que se va a tomar. Esto evita que el que circula por el carril interno corte el camino a los que circulan por el carril derecho. Un hecho tan simple contribuye a evitar accidentes e incrementa la eficacia de la rotonda.
A pesar de lo que se prodigan las glorietas en nuestras carreteras, el 68% de los conductores suele tomar el carril inadecuado, el 75 % no sabe circular por ellas correctamente, el 20% no utiliza el intermitente, y el 77% no sabe distinguir entre cambio de sentido y de circulación. Pero lo verdaderamente peligroso es el 45% que utiliza el carril interior para salir de la rotonda, o el 15% que transita por las rotondas como si fuera una chicane de circuito “recta”.
Para tratar de evitar todos estos inconvenientes surgió en 1998 en Holanda las turborotondas, una idea de Mr. L.G.H. Fortuijn. Su intención era eliminar la necesidad del cambio de carril para evitar accidentes. Su funcionamiento se basa en conocer la salida antes de entrar en la glorieta, lo que proporciona fluidez y seguridad al tránsito.
En caso de conocer el destino, solo hay que seleccionar el carril adecuado antes de entrar: carril exterior para salir por la primera y segunda, e interior para las número tres y cuatro.
España incorporó la primera turbo rotonda en 2009, y desde entonces se ha podido comprobar la efectividad de una isleta central que al no ser redonda, obliga a reducir la velocidad.
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