Se trata de un fenómeno, el conocido como "peatón tecnológico", que supone un riesgo evidente: entre un 30% y un 40% más de probabilidades de resultar atropellado. En los ciclistas, este dato aumenta hasta el 45%, según advierte el catedrático de Seguridad Vial de la Universitat, Luis Montoro.
Ejemplos, por desgracia, aparecen frecuentemente. Hace una semana un menor argelino murió por la noche al ser arrollado por un metro de la línea 1 en un paso a nivel con las barreras bajadas en el término de Paterna. La víctima no se percató del paso del convoy porque iba escuchando música con unos auriculares. En otro accidente en Valencia, el de una joven ciclista el pasado año, también pudo incidir este factor. No advirtió el peligro al llevar los auriculares puestos.
Los expertos alertan de un fenómeno que se ha disparado en los últimos años. La música o el móvil generan distracciones. Esta circunstancia -la de no estar atento- se encuentra detrás del 40% de los atropellos. Y del porcentaje anterior, «el 30% se produce por el uso de estos dispositivos tecnológicos», precisa Montoro.
Las distracción como causa de arrollamientos se ha doblado en las dos últimas décadas, según las estadísticas que maneja el experto.
Esfuerzo cognitivo
Resulta suficiente observar cualquier calle o carril bici para comprobar cómo el uso de estos aparatos es masivo. Más todavía con la llegada de las redes sociales y conocidos programas de envío de mensajes entre smartphones. «Esta actividad requiere de un esfuerzo cognitivo, que en cierta medida te aísla de tu entorno», añade.
Esto se acentúa cuando en vez de mensajes se trata de conversaciones. El peligro crece exponencialmente a partir del primer minuto de charla. «Entonces se reduce cerca de un 50% la atención al tráfico». Y se añade otro factor, al prestar menos atención, uno puede descuidar las 'zonas seguras' como los pasos de peatones y las aceras. La distracción conduce inevitablemente a cometer más infracciones y ahí es donde radica la amenaza de ser arrollado por un vehículo. La situación ha llegado a tal punto que ya existen importantes empresas en la Comunitat que han dado la orden a sus trabajadores de no andar por las instalaciones de la firma mientras se mantiene una conversación. En Virginia (EE. UU.), por ejemplo, se multa con 80 dólares escribir mensajes mientras se camina por la acera.
Los atropellos relacionados con la tecnología resultan, además, los más dañinos. Las consecuencias se agravan porque no hay tiempo a reaccionar ante el golpe. «O no lo has visto o no has oído la señal de aviso», asegura Montoro.
Antonio de Lucas, coordinador de seguridad vial del Real Automóvil Club de España (RACE), incide en este último aspecto. «Por ejemplo, el claxon. En ocasiones, un conductor puede no disponer del espacio suficiente para frenar y el uso de la bocina puede alertar al peatón».
De Lucas subraya el problema del peatón tecnológico y lamenta que no existan estadísticas más detalladas para analizar el fenómeno. En 2011, un total de 222 personas murieron en toda España al ser atropelladas en accidentes en núcleos urbanos. Y tras esta estadística se cuentan miles de heridos graves.
Los expertos coinciden en que la siniestralidad en peatones es uno de los «nichos» pendientes en campañas de seguridad vial. En este terreno queda mucho trabajo por hacer. De Lucas insta a los ayuntamientos a que organicen iniciativas de concienciación ya que es el ámbito urbano el territorio del viandante. «No tienen capacidad para legislar en este sentido, pero sí para concienciar». Al fin y al cabo, no toda la responsabilidad debe recaer siempre y para todos los casos en los responsables de la Dirección General de Tráfico (DGT).
Los ciclistas son el otro grupo que también utiliza con especial frecuencia los auriculares. La imagen de un usuario de este vehículo con cascos de música resulta habitual en las grandes ciudades. De Lucas apunta a que habría que ser más estrictos en la aplicación de la normativa actual, que sanciona con 200 euros este comportamiento. Rara vez se impone este tipo de sanciones pese a que se encuentran perfectamente recogidas en el Reglamento de Circulación.
Los cascos «te hacen perder el sonido exterior» y, además, «te reducen el campo de visión», explica Montoro respecto a los ciclistas. El «aislamiento» respecto al entorno se incrementa si se compara con el uso del móvil.
Apuntan los expertos otro detalle acerca de por qué el peligro aumenta en los ciclistas respecto a los peatones que utilizan este tipo de dispositivos. «Este último no siempre se mezcla con el tráfico, pero la bicicleta tiene un mayor contacto con los automóviles».
Fernando Mafé, de Valencia en Bici, admite el uso masivo de estos aparatos por parte de los usuarios de bicicletas. «Es una muy mala costumbre. Y tiene su riesgo. Pero es que además mucha gente desconoce que se trata de una práctica que está prohibida. Y ni siquiera se hace un esfuerzo por entender por qué no se permite».