A pesar de ello, en los c#mce_temp_url#ontroles de alcoholemia se sigue recurriendo a mitos o leyendas urbanas con las que, supuestamente, se puede burlar el control. Según el estudio ‘Mitos y falsas creencias sobre los controles de alcoholemia’, realizado por FESVIAL (Fundación Española para la Seguridad Vial), 8 millones de conductores españoles (alrededor de un 30% del total) creen en la existencia de trucos para burlar los controles de alcoholemia. Entre ellos, beber o chupar granos de café, esperar de 1 a 2 horas para coger el coche, tomar chicles y caramelos, beber agua o hacer ejercicio, son algunos de los más extendidos.
Además, si analizamos más en profundidad estas falsas creencias, encontramos algunas realmente extrañas como beber aceite, tomar pasta de dientes, comer césped, chupar baterías de litio o monedas de cobre, vomitar y soplar despacio por el alcoholímetro.
Según el informe, casi la mitad de los conductores españoles (44%) ha oído hablar de la existencia de estos trucos, principalmente de boca de amigos (73%) y en el trabajo (23%). Asimismo, unos 2,7 millones de conductores, alrededor del 10%, reconoce haber utilizado alguno de estos métodos para no dar positivo. Cuando se les pregunta si consideran socialmente aceptable estas prácticas de engaño, llama la atención que 2,5 millones de conductores españoles aprueban su utilización para burlar la prueba de alcoholemia (9%).
El perfil del conductor más propenso a aceptar estas creencias populares responde al de un hombre, de 18 a 29 años, que utiliza herramientas tecnológicas (como Whatsapp, Internet o redes sociales) para evitar los controles de alcoholemia y que reconoce haber conducido bajo los efectos del alcohol.
Por Comunidades Autónomas, los conductores vascos parecen ser los que más conocen la existencia de los mitos de los controles de alcoholemia, mientras que los de La Rioja, Asturias y Cantabria son los que menos. En cuanto a su efectividad, los madrileños parecen ser los que creen más efectivas estas prácticas y los gallegos y vascos, los más escépticos.
Pero ¿funcionan realmente estos trucos? A tenor del estudio en base a la información existente, no. Pero además, después de identificar los principales mitos mediante la encuesta, la compañía ha testado su efectividad real probándolos en un hombre de unos 75 kilos y en una mujer de unos 69, a los que se les ha dado cerveza, vino y combinados (ginebra o vodka con refresco) hasta alcanzar la tasa máxima permitida (0,25 mg/l de aire espirado). Ninguno de los trucos del imaginario colectivo que se han testado en los conductores resultó funcionar, lo que debe contribuir a desterrar definitivamente la validez de estas creencias.
Los españoles no conocen el límite de alcoholemia
La tasa de alcoholemia representa el volumen de alcohol que hay en la sangre y se mide en gramos de alcohol por cada litro de sangre (g/l) o en miligramos por litro en aire espirado. Sus límites son muy sencillos: 0,25 mg/l de aire espirado para la sanción administrativa (0,15 para conductores noveles y profesionales) y 0,6 mg/l para el delito penal.
Sin embargo, sólo un tercio de los conductores españoles conoce cuál es la tasa máxima permitida, porcentaje que baja hasta el 6% entre los que saben cuál es el límite establecido por la legislación penal.
Los hombres y los menores de 30 años son los que más al tanto están de ambas tasas, pero también son los que en mayor medida (33%) reconocen haberse puesto alguna vez al volante creyendo que darían positivo en un control.
Las consecuencias de este positivo pueden ser graves. En el caso de la infracción administrativa, el positivo puede conllevar la retirada del carné durante 3 meses y una multa de entre 302 y 602 euros. Unas sanciones que se elevan considerablemente en el caso de delito: penas de prisión de 3 a 6 meses o una multa económica a pagar entre 6 y 12 meses o, en su caso, trabajos en beneficio de la comunidad y retirada del carné entre 1 y 4 años.
Controles de alcoholemia, ¿son efectivos?
A pesar de que la mayoría de los españoles reconocen que los controles de alcoholemia son útiles en la lucha contra la accidentalidad, el 16% pone en duda su efectividad y el 66% cree, en mayor o menor grado, que tienen un fin recaudatorio. Además, un 47% de los conductores piensa que se realizan demasiados.
Los encuestados de entre 30 y 39 años –curiosamente, los que mayor índice de mortalidad presentan en accidentes de tráfico causados por el alcohol– son los que se muestran más de acuerdo con la supuesta finalidad económica de los controles.