Desde que se implantó la ITV hace una década, el número de conductores de ciclomotor fallecidos en vías urbanas ha descendido en casi un 80%. Si en 2006 eran habituales las 103 personas fallecidas, en 2015 son 28.
La elevada accidentalidad de los ciclomotores ha sido siempre uno de los mayores desafíos a los que se han enfrentado los diferentes organismos implicados en la seguridad vial. En el periodo 2003-2006, los ciclomotores eran solo un 7,5% del parque de vehículos pero representaban el 30,67% de fallecidos y el 40,82% de heridos graves hospitalizados por accidente de tráfico en vías urbanas.
Debido a estas fatídicas estadísticas, el Ministerio del Interior incluyó en el Plan Especial de Seguridad Vial para el año 2004 que este tipo de vehículos fueran sometidos a la ITV, la cual empezó a aplicarse en 2007. El resultado parece alentador, pues en 2015 el porcentaje de fallecidos conduciendo un ciclomotor en vía urbana había descendido hasta el 6,35%, y el de heridos hospitalizados hasta el 10%.
Además de velar por que dichos vehículos son seguros para los propietarios y resto de usuarios de la vía, la ITV mide los niveles de ruido, velocidad máxima y emisiones contaminantes de los ciclomotores.
Fuente
La legislación europea sigue siendo laxa en este tema: Según la Directiva Europea 2014/45/UE de control técnico del Parlamento Europeo y del Consejo, relativa a las inspecciones técnicas de los vehículos a motor y de sus remolques, que no entrará en vigor hasta mayo de 2018, la inspección a motocicletas de más de 125 cc será obligatoria en toda la Unión a partir del año 2022. Esta normativa hace mención de los vehículos de categorías L3, L4, L5 y L7 (motocicletas, con y sin sidecar, triciclos y cuadriciclos no ligeros), pero no atiende a los ciclomotores.